Las estaciones de trenes en China están muy masificadas, algo que al viajero occidental le puede resultar bastante agobiante ya que no está acostumbrado. Es un ir y venir de gente. Se forman grandes colas: para entrar en la estación, para sacar los billetes, para entrar al tren, para salir del tren, para comprar comida, etc. Los empujones en las colas son bastante usuales y algunos chinos intentan colarse. Los carteles están escritos en chino y la mayoría de los trabajadores no hablan inglés. Los policías de la estación contestan a todo que sí aunque no hayan entendido nada. Los trenes que empiezan por la letra G son los llamados "trenes bala" deben su nombre a la gran velocidad que alcanzan (más de 350 Km/h) ¡Algunos levitan y todo!. Dentro del tren no existe la sensación de velocidad solo si se mira a través de la ventanilla. Suelen ser puntuales y las líneas bastante regulares. Un Beijing - Shanghai realizado en un "tren bala" solo tarda 5 horas a una velocidad de 354 Km/h (velocidad de la que informan en todo momento). Dentro del vagón, familias de chinos con bolsas llenas de comida para el trayecto. Los chinos se pasean de un extremo a otro del pasillo para coger agua caliente y hacerse sus noodles y su té. El tejemaneje que tienen durante todo el viaje es impresionante. Las azafatas no paran de recoger toda la basura originada. La cafetería al fondo del vagón invita a comprar noodles, palomitas, bandejas de comida china preparada, polos, bebidas calientes, bebidas frías... El frío del aire acondicionado es insoportable cuando no se han llevado prendas de abrigo al igual que ocurre en los aviones. En definitiva, los "trenes bala" son trenes de verdadero lujo a un precio irrisorio.
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