02/08/2007
"Había olvidado lo húmedo que podía llegar a ser el aire del monzón. Los aparadores se hinchaban y crujían. Las ventanas cerradas se abrían de golpe. Los libros se ablandaban y ondulaban entre sus tapas. Extraños insectos aparecían como quimeras durante la noche y morían abrasados sobre las pálidas bombillas de 40 vatios. durante el día, sus crujientes cadáveres incinerados cubrían suelo y alféizares. En el aire flotaba un color a algo-se-está-quemando"
Arundhati Roy, El dios de las pequeñas cosas.
La descripción del fragmento del libro la pudimos ver y sentir durante todo el viaje a la India. La temperatura rondaba cada día los 50 º C debido a la humedad y los mosquitos se hacían presentes al atardecer. En un hotel de cuatro estrellas de la ciudad de Orchha los insectos lo cubrían todo: las escaleras, la barra de la recepción, la habitación, las sábanas... Daba igual que los retiraran ya que estos volvían a caer.
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