El ventilador del techo del comedor no dejaba de dar vueltas, si no lo hacía el calor hubiera sido insoportable. La mesa estaba preparada, Guillem tenía todo a punto, solo hacía falta que nos sentáramos y disfrutáramos de la maravillosa velada y de la deliciosa cena: Zumo de mango, yuca rebozada con salsa agridulce, "malanguitas", langosta (exquisita), ensaladas y vino de la tierra.
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