Con sus edificios coloniales decadentes, sus fachadas de colores, su gente simpática y charlatana, La Habana te transporta a los años cincuenta. El Hotel Habana Libre, con su gran hall, es el punto de encuentro de cubanos y no cubanos. Dispone de todos los servicios: Internet, teléfono, información, cambio de moneda, taxis, etc. Por eso hay tanto tráfico de gente.
Las vistas al Malecón y al skyline de La Habana convierten al Hotel Nacional en un lugar muy especial. Sus sillones de piel roja y de mimbre debajo de un porche, con vistas a sus jardines, te convierten en el protagonista de las películas de los años cincuenta donde los actores fumaban, conversaban y bebían ron con la música de Compay Segundo de fondo.
El Hotel Vedado, hotel sencillo pero emblemático en la zona, tiene un aire más popular. Desde sus puertas parten los autobuses sindicalistas de todo el mundo que irán a presenciar el desfile del 1º de mayo.
Mientras tanto, el Malecón, cerca de este triángulo de hoteles, se llena de jóvenes, viejos, niños, familias enteras a cualquier hora del día y de la noche. Pasan las horas mirando el océano Atlántico, salpicándose con su agua, jugando a la pelota, nadando, pescando, dando volterentas en el aire y tirándose al agua.